El descubrimiento de los anastesicos es fue un avance importante ya que gracias a estos se ha aliviado sufrimientos humanos. Este gran regalo a la humanidad fue hecho por un dentista estadounidense en 1844
En 1840 y 1850 se organizaron una decena de nuevas asociaciones en el mundo, en Virginia, Pensilvania, Nueva York, entre otras ciudades. La Mississipi Valley Association of Dental Surgeons, se convirtió en una de las asociaciones más influyentes de esa nación. La American Society of Dental Surgeons (ASDS) que posteriormente se transformó en la American Dental Association (ADA) fue organizada en el año 1859 por veinticinco delegados representando a ocho grupos dentales diferentes. Esta asociación promulgó un código ético muy avanzado que sirvió de modelo para códigos posteriore. En el año 1969 se crea la Southern Dental Association (SDA), crecio rápidamente extendiéndose más allá de sus fronteras del sur. En 1897 se crea una nueva institución, la National Dental Association (NDA).
En el año 1851 Nelson Goodyear, hermano de Charles Goodyear, el magnate de la goma, aprendió a convertir la goma flexible por medio del proceso de vulcanización en un material más duro al que llamó “vulcanita”. El uso de mas importancia de este material fue en el área odontológica, utilizando como base para dentaduras postizas. Material muy usado por los profesionales de la epoca , por un bajo costo, equivalente a un tercio de las dentaduras hechas de oro. Incrementando asi la elaboración de dentaduras postizas. El Dr. John A. Cumming en el año 1864 obtiene una patente para el proceso de elaboración de las dentaduras de goma, luego de ser rechazada durante 12 años por la oficina de patentes en los Estados Unidos debido a que el caucho había sido un material de uso común por más de 100 años. El Dr. Cumming vendió la patente a la Goodyear Dental Vulcanite Company (GDVC), a partir de entonces los dentistas que usaran este material debían recibir una licencia de la compañía y abonarla mensualmente, el costo iba desde 25 a 100 dólares anuales y además dicho precio se calculaba por el tamaño de la prótesis o la cantidad de dientes insertos en ella. Sólo cinco mil dentistas obtuvieron la licencia, otros utilizaban oro, algunos probaron sustitutos más económicos y el resto utilizaba vulcanita a escondidas. Felizmente para la profesión dental en el año 1881 las patentes de la GDVC expiraron, dejando de cobrar por su uso.
En busca de beneficio económico dentistas buscan crear nuevos inventos para su beneficio. Surgieron los puentes y las coronas dentales mejoradas, ya que las mismas habían sido inventadas en el siglo V a.C. por los Etruscos. Estos nuevos tipos de coronas eran hechas totalmente de porcelana soldada a bases de oro. Existieron muchas patentes de coronas las cuales fueron compradas por la International Tooth Crown Company (ITCC) para así cobrar por el uso y la elaboración de dichas coronas. El Dr, J.N. Crouse, apoyado por sus colegas, en el año 1887 logro acabar con las patentes de la ITCC. Llegando a la nulidad de las mismas permitiendo asi el mejoramiento y evolución de las coronas dentales.
En aquella época la restauración de las piezas dentales era difícil. Al introducirse la anestesia y la vulcanita, la extracción dentaria se convirtió en una alternativa . La odontología preventiva y conservadora esperaba la invención de nuevos equipos dentales capaces de permitir al profesional tallar piezas dentales con precisión, desarrollando varios modelos. Pierre Fauchard introdujo modelos de tornos, desde uno sencillo; un taladro de anillo que se hacía girar entre el pulgar y el índice, hasta uno ineficaz que consistía en un pesado y tosco instrumento de relojería. Charles Ferry había creado un torno de mano el que no era muy eficaz. A este prototipo el ingenioso James Beal Morrison le incorporó un cable que llegaba a un pedal, con el cual daba la fuerza suficiente para pulir delicadamente los dientes. Fue patentado en el año 1871. La S.S. White Company mejoró el diseño haciéndolo más seguro. En el año 1872 el primer torno eléctrico, inventado por George F. Green , no tuvo éxito debido a que el motor estaba incorporado directamente en la empuñadura del instrumento y lo hacía extremadamente pesado e incómodo. Otro motivo por el cual no tuvo éxito este modelo la falta de electricidad en el campo donde se realizaban las consultas por lo que se siguió utilizando el torno a pedal.
En 1832 James Snell, construyo el primer sillón abatible (posición horizontal) muy bien tapizado, tenía una linterna de alcohol y un espejo ingeniosamente preparado para iluminar el interior de la boca de los pacientes. Sin embargo por muchos anos la mayoría de los dentistas continuaron utilizando una silla corriente a la que añadían un reposacabezas portátil, muy adecuado para dentistas ambulantes. Compañías fabricaron sillones completos, a lo largo de los años 1850 y 1860, construidos en madera y tapizados con felpa, siendo uno de los más conocidos la “silla cisne”. El mismo año que James Beal Morrison inventaba el torno a pedal, el hierro reemplazó la madera y la S.S. White Company diseñó el primer sillón que a través de una manivela sujeta a un tornillo central permitiendo levantar y bajar el asiento brindando mayor comodidad. La primera silla hidráulica del tipo bomba (el sillón Wilkerson) apareció en el año 1877, con una innovación: un respaldo compensado, que se movía para mantener la misma posición relativa a la espalda del paciente. En 1860 la mayoría de los consultorios carecían de electricidad y de agua. Los pacientes utilizaban para salivar un recipiente llamado jofaina, utilizado para el aseo personal, de gran diámetro y poca profundidad y que era vaciado a mano. La primera salivadera auto vaciable con agua corriente fue la “fuente Whitcomb” construida en el año 1867. Esta nueva herramienta hizo posible los modernos eyectores de saliva (finalmente introducidos en el año 1882) siendo de gran utilidad ya que los dentistas luchaban con el problema de mantener los dientes secos mientras los obturaban o restauraban. Se inventó una pera succionante, la misma que era accionada para secar la saliva y la depositaba en un recipiente en el suelo. Los gabinetes dentales de fines del siglo XIX fueron muy utilizados por los dentistas. El oxido nitroso era preparado por el mismo dentista mediante retortas (recipiente de vidrio que se utiliza en la destilación de sustancias) que conseguía en alguna casa de suministros y almacenado en depósitos niquelados sobre agua con elaboradas decoraciones llamadas “gasómeros”. Los gabinetes dentales eran muebles que por lo general estaban hechos en madera con bonitos modelos y tallados, contenían un gran número de cajones y estantes. El equipo dental no existía en ese entonces, el dentista utilizaba una bandeja sujeta a la pared por un brazo extensible para colocar los instrumentos. Los procedimientos dentales solo se realizaban de día, sentados frente a la ventana, debido a que como ya hemos mencionado no contaban con suministro eléctrico.
El material de empaste utilizado desde principios del Siglo XIX es la amalgama dental (aleación de mercurio y otros metales). Se han realizado varios inventos para aumentar su resistencia, Thomas W. Evans se encargó de popularizar la amalgama de plata en Europa, experimentó incorporando el estaño que reduce la contracción permaneciendo como un ingrediente fundamental de la amalgama hasta nuestros días. En 1895 Green Vardinan Black, llamado el padre de la Odontología científica, anunció y demostró la fórmula de una amalgama que permitía restauraciones durables y con resistencia a la corrosión. Era una aleación con un 68% de plata y proporciones menores de estaño, cobre y zinc. Luego de años de experimentación, usando instrumentos de diseño propio para medir su dureza, transparencia y otras características, Black dio con una mezcla de materiales con mejores propiedades a las utilizadas hasta ese momento. En este período se introdujeron los modernos cementos dentales, adaptados de una sustancia que contenía cloruro de zinc usada para sujetar baldosas en suelos y paredes. Las primeras mezclas se vieron modificadas ya que el cloruro de zinc es dañino para la pulpa dental. El compuesto de zinc se reemplazó por un poco de ácido fosfórico y así se introdujo en 1879 el cemento precursor del oxifosfato de zinc.
Los primeros ejemplos conocidos como prótesis dentales son las estructuras de oro de los Fenicios, los Etruscos y posteriormente los Griegos y los Romanos.
A fines del Siglo XIX se conocían los principios fundamentales en los que se basan procedimientos tales como la obtención de impresiones, construcción de dentaduras parciales y totales.
Chapin A. Harris, médico y dentista, es considerado uno de los miembros fundadores de la profesión odontológica y de la literatura dental de los EE. UU. de América, también reconocido como el padre de la ciencia dental estadounidense y pionero del periodismo dental gracias a sus publicaciones dentales. En el año 1835 Harris se convirtió en un activo colaborador de la literatura médica y periódica, publicó su primer libro “El Arte Dental” en el año 1839, un tratado práctico de Cirugía Dental, en el año 1845 publicó la segunda edición de “El Arte Dental” con un nuevo título “Principios y Práctica de Cirugía Dental”, considerado el libro de texto dental más útil del Siglo XIX.
Fundador del primer periódico dental del mundo el “American Journal of Dental Science” en el año 1840, donde continuó como editor hasta su muerte en el año 1860. Otras publicaciones “Enfermedades del Seno Maxilar” en el año 1842 y el “Diccionario de Cirugía Dental”, un volumen de 779 páginas del año 1849, fue el primer diccionario dental en el idioma Inglés. Con su muerte desaparece el (AJDS). El Dr. William H. Trauman, notable historiador odontológico de la década de 1920 menciona acertadamente que el AJDS tuvo “una constancia y dignidad, un tono profesional y académico que no ha sido superado”.
Los aportes que han realizado las mujeres en las diferentes áreas de la salud y otras áreas científicas, son significativas y relevantes. Sin embargo, los registros de estos hechos a lo largo de la historia son escasos. La razón obedece a temas culturales, se ha privilegiado en general, resaltaban solo los hombres. Desde los inicios de la práctica odontológica (empírica, artesanal y formal) las mujeres han tenido que enfrentarse a la prohibición social y a la discriminación para poder ejercerla, se expidieron leyes como la registrada en 1775 a favor de los Cirujanos y Dentistas de París, que prohibía a las mujeres el ejercicio de la cirugía, pautas que marcaron la conducta y los roles en la sociedad. En el siglo XIX en Estados Unidos de Norteamérica, se establece la primera escuela de odontología en 1839, sin embargo la incorporación de las mujeres no fue un proceso rápido, en el siglo XVIII y principios del XIX se aceptaba universalmente que ninguna de las escuelas dentales admitiría mujeres.
Gracias al apoyo de las ideas liberales, las mujeres estadounidenses, lograron su incorporación a la profesión, en 1881 ya había 61 egresadas de algunas escuelas de Estados Unidos. Lo mismo ocurriría en otros países del continente europeo.
La gran labor y tenacidad de estas y otras mujeres pioneras abriría el camino al género femenino para participar en una forma cada vez más creciente en el área de la salud.
Los dentistas se habían enfrentado durante siglos a lo que parecía una circunstancia inalterable: los dientes se estropeaban y la única misión de los dentistas era repararlos. Esa forma de trabajo cambia con la aparición de la odontología preventiva, introducida por el científico americano Willoughby D. Miller, basada en la naturaleza de las enfermedades dentales.
Miller cambió de manera fundamental la historia de la odontología a través de su trabajo sobre la microbiología de la boca, en 1880 bajo la supervisión de Roberto Koch (descubridor del bacilo de la tuberculosis). . Mientras ejercía continuó sus estudios alcanzando el título de M.D.
El trabajo de Miller culminó con la publicación de un tratado muy importante, Microorganisms of the Human Mouth, (microorganismos de la boca humana) en 1890. A partir del enfoque de Miller y su amplia aceptación por parte de los dentistas de la época, se comenzaron a fabricar dentífricos medicinales que pudieran contribuir a la salud bucal. (se pueden mantener sanos los dientes y evitar la pérdida de ellos por medio de una profunda profilaxis y una activa higiene)
En la década de 1880 en Alemania se realizaron experimentos que estudiaron los efectos de la corriente eléctrica cuando pasaba a través de tubos de vacío. Wilhelm Conrad Röentgen, se interesó en los descubrimientos de la época tales como: los carbones de inducción, el vacío en un globo de cristal, los rayos catódicos.
Así un día de 1895 cuando realizaba experimentos en el instituto de física de Würzburg, notó que una hoja de papel recubierta con platinocianuro de bario se iluminaba cada vez que la corriente eléctrica pasaba por el tubo y más en la oscuridad. Röentgen, interpuso su mano entre el papel y el tubo, junto con la acción intermitente de este último, descubrió que podía hacer que el papel resplandeciera según su voluntad Luego de evaluar lo observado con un amigo llega a la conclusión de que lo que se movía eran los huesos de su brazo. Röentgen continuó trabajando semanas en soledad, realizó muchos experimentos desde un disco de platino hasta un revólver.
En 1895 Röentgen publica sus descubrimientos en las últimas diez páginas de la revista Actas de la Sociedad Físico-Médica. La reacción fue inmediata, todo el mundo esperaba saber más de su descubrimiento, científicos, biólogos y médicos, especialmente cirujanos, anhelaban tomar conocimiento de lo que él había llamado rayos X. En 1901 gana premio Nobel de física, y lo dona a la Universidad.
La aplicación de la radiografía al diagnóstico odontológico fue posible gracias al trabajo de C. Edmund Kells, un dentista de Nueva Orleans. Kells, fue el primer dentista en utilizar corriente eléctrica en su consulta dental, además construyó el primer motor dental accionado por corriente producida comercialmente. Y uno de sus inventos más destacados fue una bomba de succión que era muy práctica para absorber cualquier fluido. Encargó un equipo para construir su propia máquina radiográfica, la primera de América. Realizó los experimentos en un cuarto de su casa ayudado por una asistente y sin ningún tipo de conocimiento, se enteró de los peligros inherentes a los notables rayos y como resultado de haber obtenido a menudo las películas con los dedos desarrolló un cáncer en la mano derecha.
Siguiendo 20 años de agonía, se vio sometido a 42 operaciones, perdiendo progresivamente la mano, el brazo y el hombro. Sin embargo continuó sirviendo a la profesión que amaba, diseñando instrumentos, y dio abundantes conferencias sobre odontología preventiva y la conservación de los dientes, sus temas preferidos. Escribió más de 150 artículos y varios libros sobre odontología.
Fue Black quien realmente introdujo la odontología al mundo moderno y quien le dio la sólida y científica base que hoy en día posee. El efecto del trabajo de Black y sus enseñanzas ocupan las postrimerías del siglo XIX. A los 21 años se trasladó a Mt. Sterlin, Illinois, posteriormente se recibiría de médico licenciado. Aprendió de Speer haciendo pequeños trabajos regresó a Winchester, Illinois, su lugar de nacimiento, donde abrió su consultorio de dentista, allí se hizo amigo del relojero y el armero aprendiendo de ellos muchas técnicas que más tarde utilizaría para diseñar y construir instrumentos para su práctica e investigación.
El príncipe Napoleón encontró la muerte en la guerra contra los zulúes en 1809 en África, cuando trasladaron su cadáver a Inglaterra, éste llegó totalmente descompuesto. Gracias a su dentista, el Doctor Evans, se logró una identificación positiva ya que el profesional pudo comprobar la existencia de una obturación de oro que le había realizado. En 1849 el Dr. Parkman, un rico filántropo de Chicago, es asesinado por el químico John White Webster en el Colegio médico de Boston. Webster trató de ocultar la evidencia carbonizando el cuerpo. La identificación fue lograda por fragmentos carbonizados de dientes dentro de un trozo de oro fundido, lo que permitió no sólo su reconocimiento sino la inculpación del asesino. Este es el primer caso en el que la evidencia dental es aceptada por las cortes en Estados Unidos. En 1891, Merciolle presentó en la Universidad de Lyon el caso del asesino de un banquero de San Petersburgo identificado por las marcas dentarias dejadas en una pipa que inicialmente se creyó que pertenecía al banquero, pero al observar detenidamente la misma, se determinó que las marcas no coincidían con la dentadura de la víctima. Fue entonces cuando se procedió al análisis de las dentaduras de los sospechosos, encontrando una particularidad en el incisivo lateral izquierdo de uno de ellos, que coincidía perfectamente con las marcas en la pipa.
El 4 de mayo de 1897, los asistentes a una presentación de las imágenes proyectadas por la tecnología de los hermanos Lumière en el bazar de la Charite en París, fueron sorprendidos por un voraz incendio, ocasionado por un equipo fílmico que utilizaba un sistema de éter y oxígeno en lugar de electricidad. Ciento veintiseis personas perecieron en el hecho, la identificación de las víctimas se realizó en líneas generales con éxito a través de sus ropas y joyas, pero aún restaban 30 por identificar entre las que se encontraba la duquesa de Alençon, hija del duque de Baviera. Fue entonces que la odontología forense hizo su aporte a través del trabajo del Dr. Albert Haus usando registros dentales detallados tomados por el Dr. Isaac B. Davenport. La identificación de los restos calcinados por el uso de los registros dentales fue un hito en la historia temprana de la odontología forense. El primer tratado de odontología forense fue escrito por el Dr. Oscar Amoedo en 1898 y llevó por título L’Art Dentaire en Medicina Legale. El Dr. Oscar Amodeo también es conocido como el padre de la Odontología Forense. Otro caso interesante es el análisis histórico de los dictámenes sobre los restos mortales del héroe nacional de Cuba José Julián Martí y Pérez, en relación con su aparato dental. A raíz de la caída en combate del héroe cubano José Martí y Pérez, el 19 de mayo de 1895 en Dos Ríos, se suscitaron muchas controversias sobre la identificación del cadáver. La polémica quedo totalmente aclarada gracias a la intervención de su odontólogo, el Dr. Zayas Bazán, luego de un análisis del aparato dental realizado en la exhumación del 24 de febrero de 1907.
Específicamente en 1946, la odontología forense desarrolló algunos de los avances más significativos. Los odontólogos forenses Welty y Glasgow, desarrollaron un sistema mediante el cual los registros dentales podían ser examinados rápidamente con el uso de un sistema de tarjetas utilizadas en un computador. Este invento hizo que los procesos odontológicos forenses lograrán mayor facilidad, rapidez y precisión
Noruega en 1945 estableció los primeros comités de identificación Odontológica Forense, para investigar hechos con múltiples víctimas. Cada comité estaba formado por un oficial de policía, un dentista y un médico que trabajaban en conjunto para identificar a las personas fallecidas. Las víctimas sólo podían ser identificadas formalmente si los tres miembros estaban de acuerdo. El proceso de identificación incluía la toma de impresiones dentales a las víctimas.
El 15 de enero de 1978, Ted Bundy (asesino serial, como se comprobaría posteriormente) irrumpió en la casa de la fraternidad Chi Omega de la Universidad Estatal de Florida. Atacó a cuatro mujeres; dos murieron en el ataque. Bundy fue capturado y procesado por el asesinato de las dos hermanas de fraternidad Chi Omega: Margaret Bowman y Lisa Levy. La pieza más contundente de la evidencia en su contra era una marca de mordedura en la nalga izquierda de Levy
Cuando Bundy trató de apelar su condena sobre la base de pruebas defectuosas (la marca de la mordedura), el tribunal de apelación confirmó la condena afirmando que la exactitud de la marca de mordedura y la impresión de los dientes de Bundy en el cuerpo de Lisa Levy no dejaban ninguna duda. Después de dos apelaciones fallidas, Bundy fue finalmente electrocutado el 24 de enero de 1989.
La odontología forense se ha usado para reconocer víctimas de eventos tales como los ataques del World Trade Center en 2001, en los cuales, a menudo, la única parte de los cuerpos que se conservó después de la destrucción fueron los dientes. Si bien las huellas digitales siguen siendo el método preferido para la identificación de víctimas, la odontología forense ha demostrado ser muy útil en muchos casos. Ésta ha sido reconocida oficialmente por la Sociedad Estadounidense de Odontología Forense. EE.UU. tiene un sistema bastante bien desarrollado del sistema de registros dentales (Sistema universal), se utiliza para la identidad de los restos o víctimas. Con este sistema a cada diente se le asigna su propio número de 1 a 32, y también se clasifican las cinco superficies de cada diente. También se puede indicar la edad de acuerdo con el análisis de la dentadura con el método de Gustafson
La odontología forense también puede ser utilizada para determinar la edad de una persona fallecida. En 1991, el Dr. Mark Skinner y la Dra. Gail Anderson, de la Universidad Simon Fraser, Canadá, reportaron el caso de un niño nativo americano cuyo cráneo fue descubierto en Columbia Británica, Canadá. La edad del niño se determinó a través del examen del esmalte 8 de los dientes, así como marcadores de estrés en los dientes que fueron correlacionados con los incidentes de estrés en la vida del niño. La odontología forense también realiza un gran aporte en evitar fraudes de cambio de identidad y en el caso praxis profesional para trabajos realizados o supuestamente realizados
La odontología forense toma como pilares a la ley, la medicina, la odontología y el trabajo policial.
Desde el 1800, la odontología había padecido serios trastornos de identidad, Algunos de los profesionales que la ejercían, la veían como una rama de la medicina, otros como un campo independiente y separado. En Europa la odontología, se enseñaba en las facultades de medicina después de que el estudiante alcanzara el título de médico. En Estados Unidos por su parte la enseñanza odontológica se realizaba en escuelas completamente separadas. Como resultado de ello, en Europa, se descuidaba de alguna manera la parte práctica de la odontología, mientras en la mayor parte de las escuelas americanas se hacía mayor hincapié en los aspectos mecánicos, pero se desatendían las ciencias biológicas. En el siglo XVIII la odontología dejaba de ser una especialidad de la medicina para convertirse en una disciplina independiente, naciendo como una nueva carrera, gracias a los grandes avances obtenidos durante el siglo anterior y el aporte científico, creatividad, y trabajo de importantes profesionales.
La medicina tiene su antecedente universitario hacia el siglo XII, aparecen además de las universidades en Europa, academias científicas y sociedades sabias, que también contribuían al incremento y difusión del saber, sin embargo en referencia a la odontología, será hasta el siglo XIX que se establecerá el primer colegio dental, específico e independiente. A comienzos del año 1600, en Francia, referencia de civilización y cultura para esa época, encontramos los primeros antecedentes de reglamento de la profesión odontológica, un edicto obligaba a obtener un título mediante un examen para ejercer como dentista. Le Chirugien Dentiste escrito por Pierre Fauchard (1678 – 22 de marzo, 1761) 3 Pierre Fauchard médico francés y padre de la odontología moderna En 1699 el parlamento francés, promulgó una ley obligando a los dentistas (expertos pour les dent) a ser examinados y validados por un comité de cirujanos antes de permitirles ejercer en París (es importante tener en cuenta que se consideraba la práctica odontológica como un brazo de la cirugía). A Pierre Fauchard, cirujano dentista, la odontología moderna le debe mucho en cuanto a conocimientos y reputación, Fauchard se ocupo de la síntesis y organización de los conocimientos que poseía Occidente en odontología, este trabajo profesionalizó la práctica dental y benefició de una forma notable, generosa y absolutamente desinteresada a todos los practicantes de dicha especialidad. Pierre Fauchard nació en Bretaña en 1677, durante los tres años en los que estuvo en la marina Francesa incorporó grandes conocimientos bajo la tutela e influencia de Alexandre Potelerelet, cirujano mayor de las Naves del Rey, “muy experimentado en los males de la boca, le debo los primeros tintes de conocimientos que adquirí en la cirugía que ejerzo,” escribió Fauchard
En el centro universitario de Anger, a donde se dirigió Fauchard luego de su experiencia en el ejército, acuñó el término de “cirujano dentista”, definiéndose así mismo de dicha manera. Era una época en la cual pocos se denominaban “dentistas” y su labor principalmente estaba dedicada a la realización de extracciones, este oficio continuaba desarrollándose también por los Barberos para esta época. Pierre Fauchard, poseía una gran destreza manual y gran creatividad, además de la remoción de piezas dentales, efectuaba arreglos en dientes cariados, realizaba prótesis y tratamientos en encías y otras patologías. Siempre luchó contra los charlatanes dentistas de su época denunciando sus técnicas peligrosas y las mentiras alrededor del ejercicio dental. Consciente de la importancia de transmitir los conocimientos adquiridos escribe la enciclopedia de odontología conocida como “Le Chirurgien Dentiste” (El cirujano dentista ó tratado sobre los dientes), en la que sienta las bases de la odontología moderna. La obra se componía de 38 capítulos en dos volúmenes en los cuales se exponían conceptos que sentaron el precedente de la odontología moderna. En la obra se hacía referencia a temas como:
• El azúcar incide sobre el detrimento de encías y dientes.
• Después de remover la caries, los dientes deben ser rellenados para fortalecerlos.
• Los dientes deben ser limpiados periódicamente por el odontólogo.
• Cuando los dientes presentan mala posición se pueden pulir para ganar espacio, fórceps para sacar algunos dientes y alambres para llevarlos y sujetarlos a la nueva posición.
• Una descripción completa de la anatomía dientes.
• La clasificación de más de 100 enfermedades dentales. • Detalles sobre las operaciones e instrumentos dentales.
• Estudios de casos e ilustraciones.
• Tratamiento de los pacientes en una silla, en lugar del suelo, dando comodidad y dignidad a los mismos, situación no muy común en dicha época.
• Expuso los peligros del polvo de ladrillo que se vendía en aquel momento para blanquear los dientes.
Pierre Fauchard resaltaba la importancia de la buena dentadura tanto para la salud, el habla y la apariencia. En su gran libro Fauchard abarcó en forma integral a la odontología y muchas de las ideas y procedimientos descriptos, siguen aún vigentes hoy en día. Realiza una especial diferenciación entre “Cirujano Dentista” y “Dentista”, aclarando que el primero tenía estudios de cirugía o medicina y el segundo solamente entrenamiento dental. La obra contenía gran volumen de consejos prácticos, excelentes ilustraciones, diseño de prótesis, equipamiento, incluso recomendaciones sobre características del gabinete del dentista. En 1699, Luis XIV promulgó un edicto que establecía el status profesional de los dentistas de Francia, por lo que debían seguir cursos por dos años en el Colegio de Cirujanos, formando así un nuevo grupo dentro del gremio, el de los cirujanos-dentistas. Consciente de lo precario de la formación de los dentistas en Francia, Fauchard alertó sobre la importancia de que la comisión examinadora debía incluir un experto dentista que formara parte del tribunal examinador.
Desafortunadamente, su petición no fue admitida. Fauchard separó con eficacia la odontología del campo de la cirugía y sobretodo del oficio de los sacamuelas, equiparándola a una profesión independiente, con su propio campo debidamente circunscrito de deberes y servicio y su propio nombre. Hoy en día existe una academia honorífica a nivel mundial que lleva su nombre y en París se encuentra su museo.
El siglo XIX es testigo de un impresionante desarrollo industrial en los Estados Unidos de América, de esta forma se trasladan desde Europa a Estados Unidos los antecedentes científicos, esta situación produce un acelerado avance de las ciencias, entre ellas la odontología, cuya influencia se extiende por América Latina y resto del mundo hasta la actualidad. Entre los fundadores de la odontología científica Americana, podemos destacar a Lemaire, Thomas Bedmore, John Grenwold, James Gardette, Edward Hudson y Horace Hayden. Para esta época el proceso de aprendizaje en Odontología continuaba como el de un oficio artesanal, aunque se hubieran establecido leyes que regulaban su ejercicio como profesión. La primera vez que de forma organizada, se impartieron conocimientos de Odontología se produce en 1823 a 1825 cuando invitado por la Facultad de Medicina y Cirugía de la Universidad de Maryland, Chapin A. Harris (1769- 1844) imparte una serie de lecciones sobre dentistería para estudiantes de Medicina.
Chapin A. Harris, médico, tuvo el honor y la satisfacción de haber fundado la primera Escuela Dental de los Estados Unidos y del mundo. En 1839, inició las gestiones para abrir la Escuela, comenzó su organización y obtuvo la autorización oficial el 4 de febrero de 1840.
El primer curso se inició el 3 de noviembre de ese año. La escuela tuvo por nombre Baltimore College of Dental Surgery, y fue la culminación de muchos años de esfuerzo de Harry, quien siendo médico, dedicó sus energías al campo de la cirugía dental, y marcó época en el nacimiento de la docencia de la Odontología como profesión en los Estados Unidos de Norteamérica.
En la Institución creada, desde entonces, se entregó el título de Chirurgicae Dentium Doctor, que más tarde fue sustituido por el de Doctor of Dental Surgery, que todavía se otorga en muchos países. La duración de los estudios era de dos años. La instrucción era cuatro meses por año; en el resto del tiempo, se realizaban experiencias clínicas en el arte dental. Hasta la fundación de la Escuela Dental de la universidad de Harvard, la primera escuela dental, y su logro posteriormente del nivel universitario, en 1867, la enseñanza era de carácter privado y no universitaria. A partir de entonces, el desarrollo de la profesión es acelerado y se extiende al resto del mundo. La Odontología desde sus inicios inciertos y sus características empíricas comienza a crecer en lo científico y lo tecnológico hasta nuestros días. La lista de los centros fundados es enorme, es importante tener en cuenta que, para finales del Siglo XIX, ya existían escuelas para la formación de especialistas en la profesión odontológica en países como: Alemania, Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, Chile, Estados Unidos, Francia, Guatemala, Inglaterra, Italia, Japón, México, República Dominicana, Rusia, Uruguay y Venezuela
El primer paso en el proceso de profesionalización de la odontología en el país, se produce cuando la Facultad de Medicina de la UBA le otorga al Dr Tomás Coquet el primer diploma de “Examinador Dentista” en 1837. Coquet fue nombrado Profesor de Dentistas el 10 de septiembre de 1844. Reconocimiento tácito de que la odontología era una especialidad con fundamentos propios y distintos al resto de las ramas de la medicina. De todas formas y a pesar de este importantísimo esfuerzo de profesionalización la mayor parte de los tratamientos de la época seguían siendo realizados por personal no profesional, con escaso conocimiento médico en general.
El proceso de profesionalización de la odontología argentina tiene un especial momento en 1891 cuando se funda en la Facultad de Medicina de la UBA la Cátedra de Odontología, cuyo primer Profesor fue Dr. Nicasio Etchepareborda.
Argentina no estaba exenta del impacto global de los grandes descubrimientos científico-tecnológicos de finales del siglo XIX, ve aparecer grandes avances en ramas de la ciencia como la microbiología y la química, o de la tecnología como la electricidad. Descubrimientos tales como la anestesia, los rayos X o el motor eléctrico revolucionaron la odontología y la volvieron una ciencia cada vez más específica y compleja, lo que aceleró en todo el mundo la profesionalización de la disciplina.
En el año 1946 se produjo la fundación de la Facultad de Odontología cuyo primer decano fue el Dr. Ricardo Guardo.
Los problemas dentales fueron una constante en su vida. Washington siempre padeció de dolores atroces, inflamaciones, abscesos y terribles extracciones. Se supone que el óxido de mercurio que tuvo que tomar para afrontar enfermedades como la viruela o la malaria deterioró su dentadura y finalmente ocasionó la pérdida de sus piezas dentales. Su primera pérdida de una pieza dental ocurrió a los 22 años; 35 años después, cuando fue nombrado presidente de Estados Unidos, en 1789, solo tenía un diente en la boca. En su intento por solucionar sus problemas dentales, Washington fue tratado por nueve dentistas diferentes, como Benjamin Fendall, John Baker, Jean Pierre LeMayeur, Jacques Gardette, Andrew Spence y Whitlock Edward, entre otros, quienes le propusieron distintos tipos de prótesis, poco funcionales e incómodas.
El Dr. Greenwood le elaboró una cuidada prótesis dental, que debía quitarse para comer, porque se adhería a la boca con unos resortes; poseía dientes tallados en marfil de elefante y de hipopótamo, y estaban fijados en oro. John Greenwood realizó cuatro series de prótesis para George Washington, fabricadas en una variedad de materiales como el oro, colmillos de hipopótamo, marfil de elefante y dientes humanos. Como en la figura adyacente. Contrario al dicho popular, Washington no tenía los dientes de madera.
Tras la efímera Paz de Amiens de 1802, se dió inicio a la segunda guerra con Gran Bretaña, en el marco de la Guerra de la Tercera Coalición, en la que la flota franco-española fue derrotada por los británicos al mando del almirante Nelson en la batalla de Trafalgar (1805).
En la primavera de 1808, los reyes de España María Luisa y Carlos IV, que habían sido obligados a abdicar tras el motín de Aranjuez, acudieron a una cena celebrada en el Castillo de Marrac (Bayona), con el entonces dueño de Europa, Napoleón Bonaparte, en busca de protección y refugio. La elegante y hermosa Josefina Bonaparte recibió a los invitados e inmediatamente quedó maravillada por la boca tan sana y perfecta de la reina María Luisa, que contrastaba notablemente con su pésima dentadura, negra y despoblada de piezas dentales. Para solucionar el problema estético, Josefina, quien tenía hermosos labios, había aprendido a hablar casi sin abrirlos.
Sin embargo, la peor parte de la dentadura de Josefina era el sufrimiento que le provocaban los continuos dolores en la boca, que solo encontraban alivio con los granos de opio. Fue en esta cena que Josefina hizo un descubrimiento inesperado y maravilloso, cuando la reina María Luisa, frente a los apetitosos manjares, se llevó las manos a la boca y, en una repugnante escena, se quitó la dentadura. Pese al intento por encontrar al artesano de la dentadura de la reina, la pobre Josefina se quedó sin su soñada sonrisa española porque, sin aviso, la caballería del general Lasalle saqueó Medina y masacró a la población indefensa.
En 1854, se casaron Isabel de Baviera, conocida como Sissi (16 años), y el emperador de Austria, Francisco José, quien tenía 24 años. La emperatriz marcaría un hito en la historia y se convertiría en icono para su país, pues se destacaba por su gran belleza, su espíritu rebelde y su gran cultura. Sin embargo, a pesar de su belleza, Sissi nunca dejaba ver su sonrisa ni permitía que la retrataran mostrando sus dientes. Se rumoreaba que sus dientes eran amarillos, lo que provocó la crítica despiadada de su suegra.
Algunos especialistas que estudiaron la vida de Sissi sostienen que el color de sus dientes, junto a las características de cómo se alimentaba, permitía inferir que había padecido de bulimia. Seguramente, vomitaba el poco alimento que ingería, y la acidez del reflujo estomacal atacaba el esmalte de sus dientes, lo que le daba el consecuente color amarillento. Se dice que Sissi nunca supero los 50 kilos y que tenía una obsesión con su cuerpo, lo que la llevaba a someterse a continuas dietas y a una alimentación exigente, así como a realizar largas caminatas o cabalgatas por horas. Tenía una necesidad constante de estar en movimiento. Con el paso del tiempo, su dentadura se deterioró aún más provocándole la pérdida de algunos de sus dientes, lo que la acomplejó aún más durante sus últimos años de vida.
Bibliografia
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