14 Jun
14Jun

ROMA

Hacia el año 450 a.C. se formó una comisión de magistrados “decenvirato” aprobándose por el Senado las asambleas populares llamadas, “Comicios centuriados”. para redactar un código legal para la nación, conocido como las “Leyes de las Doce Tablas”.

En ese tiempo, los ricos acostumbraban a quemar o enterrar sus muertos con adornos de oro; pero el oro escaseaba y los mayores temían que esta práctica debilitara económicamente al Estado; por lo tanto, una de las leyes prohibía específicamente enterrar oro con la única excepción de los adornos dentales. 

Los romanos tenían especialistas en las artes terapéuticas que provenían de tres grupos:

  • extranjeros
  • griegos
  • esclavos y esclavos liberados.

Cicerón en su libro Deberes, describe la Medicina como una “profesión honrosa para personas de un cierto estamento social, es decir, esclavos o esclavos liberados – nunca ciudadanos romanos”. 

El primer médico extranjero de Roma fue un griego que practicó la Medicina en el año 219 a.C. Sin embargo, el primero entre los griegos en alcanzar fama y fortuna como médico en Roma fue Asclepíades, un nativo de Bitini (Asia Menor) que llegó a Roma en el año 91 a.C. A pesar de no tener formación médica profesional, alcanzó un notable éxito en su campo y fundó la primera escuela médica de la antigua Roma. 

Asclepiades se oponía a la fuerza curativa de la naturaleza, las sangrías y al uso de fármacos, al tiempo que defendía los beneficios del vino, del ejercicio pasivo, del baño y de la dieta.

Los comensales romanos contaban también con diferentes remedios para camuflar el mal aliento producido por los precarios cuidados de la boca y las digestiones pesadas. Plinio el Viejo recomienda enjuagar la boca con vino por las noches antes de dormir. Otros, prefieren recurrir a las hierbas aromáticas.

Las mujeres también eran practicantes de la Medicina; las primeras doctoras fueron griegas y combinaban la mayéutica (método aplicado por Sócrates a través del cual el maestro hace que el alumno, por medio de preguntas, descubra conocimientos) con la magia y probablemente, ejercían las artes relacionadas con el embellecimiento corporal. 

En el siglo II d.C. el famoso médico Sorano de Éfeso afirmó que las mujeres que deseasen entrar en la profesión médica deberían poseer dotes para escribir, una buena memoria, salud, temperamento equilibrado, discreción, conocimientos de dietética, de farmacia y, en cierto grado, de cirugía.

Los romanos no consideraban a la odontología como una profesión, los que eran médicos en ese tiempo no hacían distinción a las enfermedades que se hacían presentes en la boca o los dientes. 

Celso, describe uno de los instrumentos quirúrgicos utilizados por los médicos entre ellos los fórceps y “tenaculum” que era usado para extraer las raíces de los dientes. El profundizaba mucho en los aspectos de la odontología, higiene oral y tratamiento básico de los problemas de la dentición. Recomendaba que no se debe extraer un diente en mal estado sin antes haber probado los remedios como cataplasmas calientes, enjuagues bucales, aplicaciones de vapor y si estos fallan se debía probar con otros más fuertes. 

En el libro de Celso también se habla sobre el uso de la lima para suavizar coronas fracturadas, tratamiento de fracturas de maxilares, ferulización de dientes sueltos y como algo muy sustancial la higiene bucal.

El doctor Escribonio Largo, recomienda un tratamiento para el dolor de molares que consiste en la fumigación de semillas de belladona, esparcirlas sobre las brasas  y enjuagarse la boca con agua caliente. 

El naturalista Plinio el Viejo, describió una cura del dolor de muelas que consistía en encontrar una rana a la luz de la luna llena, mantener su boca abierta, escupirle dentro y enunciar una formula.


 Claudio Galeno (131 a.C), medico griego recopilo obras de medicina conocidas en su época siendo el primer medico  reconocer que el dolor dental podría deberse a pulpitis (inflamación de la pulpa) o pericementitis (inflamación de la porción radicular del diente). Claudio Galeno Clasificó los dientes en centrales, cúspides y molares. 

Fue  médico del emperador Séptimo Severo, sus trabajos sirvieron a la ciencia hasta los tiempos del Renacimiento. Efectuo tratamientos de enfermedades bucales y extracción de dientes. 

 Los romanos eran expertos restauradores de dientes cariados con coronas de oro y reemplazaban los dientes perdidos con prótesis fijas.

 En la era cristiana, se dio un  avance en el campo de las prótesis dentales , siendo comunes las dentaduras totales o parciales.

Las prótesis eran fabricadas por orfebres y otros artistas y colocadas en la boca por el médico, 

 Gran parte de lo que se sabe de la Odontología romana, se lo debe a  escritores satíricos, entre los cuales se destacaban Marcial y Juvenal. 

Los romanos se preocupaban por la  higiene bucal y a pesar de no tener jabón, usaban el agua para lavarse. El uso de polvos dentífricos era común  y usaban una gran variedad de sustancias, como huesos, cáscaras de huevo, ostras, etc. Después de quemarlas y mezclarlas con miel, se reducían a un fino polvo. La adición de astringentes como la mirra o la sal indica la intención de limpiar los dientes y reforzarlos cuando empezaban a moverse. 

Los romanos de clase alta  la higiene dental, era extrema, al punto de que, cuando tenían invitados a cenar, les regalaban palillos de metal finamente decorados, a menudo de oro, para limpiarse los dientes.



“Apolonia, La patrona de los enfermos dentales”

Para el año 249, cuenta la leyenda que durante una persecución de cristianos en Alejandría, la plebe irritada mata a Apolonia, hija de un famoso concejal, la golpearon hasta quebrarle todos sus dientes y amenazaron con quemarla viva si no pronunciaba con ellos las palabras ateas. En lugar de acceder, saltó al fuego por sí sola. Eusebio de Cesarea (h. 260-340) narra a detalle el martirio de Apolonia convirtiéndola en la “patrona de los enfermos dentales”, cuyo culto pasó de Alejandría y Roma, hasta toda Europa para el siglo XIII.

BIBLIOGRAFÍA

https://clauxdapatox.wordpress.com/2008/08/06/odontologia-a-traves-de-la-historia/

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